Cinco consejos en la lucha contra los transgénicos
Common Dreams
“A raíz de las campañas en contra del etiquetado de los transgénicos, y las grandes sumas de dinero invertidas en ellas, primero en California en 2012 y después en Washington en 2013, muchas personas defensoras de los alimentos ecológicos y la salud han conseguido colocar a la defensiva a la elite política y las grandes Corporaciones. (Foto: PRWatch.org)
Veinte años después de la introducción de los controvertidos alimentos y cultivos modificados genéticamente, sin etiquetado y sin pruebas fehacientes de seguridad, la oposición a los transgénicos y a empresas como Monsanto ha creado uno de los mayores movimientos y una red de base popular en los Estados Unidos.
Hay cuestiones sin duda más importantes a las que nos enfrentamos hoy en día que la lucha contra los alimentos Frankenstein. Por otro lado, se encuentran la crisis climática, el control de las Corporaciones sobre los Gobiernos y los Medios de Comunicación, son cosas que enseguida me vienen a la mente. Sin embargo, el rápido crecimiento del movimiento antitransgénicos ilustra la poderosa sinergia que puede desarrollarse utilizando los medios sociales, la presión del mercado y la actividad política. Por la evolución de los acontecimientos quizás nos puedan parecer que las Corporaciones están fuera de control, con el apoyo de los medios de comunicación, la labor de los políticos y ese proverbial uno por ciento, pueden ser muy listos y hábiles, pero quizás pudieran ser derrotados.
A raíz de las campañas en contra del etiquetado de los transgénicos, y las grandes sumas de dinero invertidas en ellas, primero en California en 2012 y después en Washington en 2013, muchas personas defensoras de los alimentos ecológicos y la salud han conseguido colocar a la defensiva a la elite política y las grandes Corporaciones.
Hemos demostrado que con la creación de una coalición tanto en el interior como en el exterior, mediante la presión del mercado, las movilizaciones y la recaudación de fondos, canalizando de forma estratégica la acción política local y estatal, se pueden tener probabilidades en esa lucha entre David y Goliat.
Aquí dejo cinco consejos estratégicos en la lucha contra los transgénicos, consejos que pueden aplicarse a una amplia gama de cuestiones políticas:
1.- Encuadre de los problemas en un contexto populista agresivo
Es un asunto candente la creciente preocupación por la seguridad alimentaria y la desconfianza generalizada en las grandes Empresas Químicas, en los medios de comunicación, en las Agencias de Regulación, en los Parlamentos. El 40% de los consumidores creen que los alimentos y cultivos transgénicos son inseguros, y otro 40% se muestra indeciso. Estos números asustan a las grandes cadenas de supermercados, a las empresas de Biotecnología y de alimentos. Algunos estados, como el de Washington, Connecticut, Maine y Vermont, pronto exigirán el etiquetado obligatorio de los alimentos transgénicos, lo que podría conducir a que estos controvertidos alimentos saliesen del mercado.
Los activistas contra los transgénicos han obtenido el apoyo de millones de consumidores, desafiando enérgicamente a las empresas que se oponen al etiquetado: Monsanto, Coca-Cola, Pepsi, Nestlé, y otras.
2.- La formación de coaliciones poco convencionales entre los más radicales y los moderados aumenta la masa crítica
Después de 20 años de educación del público y de defensa de los consumidores, los movimientos a favor de una alimentación más natural han constituido una coalición de grupos sin fines de lucro y de interés público, tales como la Asociación de Consumidores Ecológicos o Food Democracy Now, o empresas de cultivo ecológico, lo que no está acercado a algo parecido a una masa crítica.
Más de 100 millones de consumidores estadounidenses compran de forma regular alimentos ecológicos, dando lugar a un mercado en rápido crecimiento que ya mueve 80 mil millones de dólares al año. Uno de los logros más importantes del movimiento Derecho a Saber, pidiendo el etiquetado de los transgénicos, ha sido el de unir a grupos muy diversos en la promoción y recaudación de fondos sin ánimo de lucro en favor de una alimentación más sana y en un cambio de mentalidad. Después de 20 años operando con presupuestos muy reducidos, de constituir empresas de producción ecológica, se ha conseguido recaudar la nada desdeñable cifra de 20 millones de dólares para apoyar las iniciativas de etiquetado de los transgénicos, en California y Washington, mientras que se ha presionado a importantes marcas, como Whole Foods Market, Trader Joe y Chipotle, que apoyen el etiquetado.
Al mismo tiempo, grupos de activistas más radicales están aprendiendo que para conseguir el mayor impacto hay que trabajar con grupos moderados. Esta estrategia del dentro-fuera ha permitido a los grupos más radicales en favor de una alimentación ecológica, resaltar los impactos alarmantes y en el ambiente de los transgénicos, llevando a cabo boicots, manifestaciones y la acción directa, mientras que los grupos más moderados apelan al mensaje del derecho a saber lo que hay en los alimentos que consumimos.
3.- La presión del mercado y la acción política deben ir de la mano
Los activistas contra los transgénicos ya han aprendido que la presión del mercado y la acción política deben ir de la mano. No es suficiente con la compra de los alimentos y productos ecológicos y no transgénicos para compensar a aquellas empresas que los comercializan y por el contrario desechar otro tipo de alimentos, debemos apoyar políticamente un ambiente sano, alimentos respetuosos con el clima y el suelo. Si queremos desterrar del mercado los alimentos transgénicos, no sólo hay que practicar en nuestra vida cotidiana lo que predicamos, sino también en la vida política e involucrarnos en batallas legislativas y en campañas políticas.
Una importante consecuencia de la presión del mercado y los boicots de los transgénicos, en su potencial para dividir de forma gradual a nuestros oponentes. En el caso del movimiento en contra de los transgénicos, se ha empezado a abrir una brecha entre la empresas de Biotecnología, la Agricultura Industrial y sus antiguos aliados, los fabricantes de alimentos y las cadenas de supermercados. A raíz de la Propuesta 37 de etiquetado en California, la Asociación de Consumidores Ecológicos y sus aliados emprendieron un boicot nacional contra aquellas empresas que habían gastado hasta 20 millones de dólares, y otros 30 millones procedentes de la Empresas de Biotecnología, para derrotar la Propuesta 37. Sabemos que muchas de ellas vieron disminuir sus ingresos, lo que obligó a otras importantes multinacionales, como Unilever, a mantenerse alejada de las actividades en contra del etiquetado. Otro gigantes de la distribución, como Wal-Mart, por temor a la respuesta de los consumidores, han comenzado a presionar a la FDA para que se ponga etiqueta a los alimentos transgénicos.
4.- Movilizaciones, peticiones a través de la red y recaudación de fondos son asuntos clave
Los activistas contra los transgénicos están construyendo nuevas coaliciones, solicitando peticiones y aumentando la lista de correos, con agrupaciones nacionales y locales, con la utilización de las redes sociales para la movilización, y la recaudación de fondos a través de Internet.
En las recientes iniciativas legislativas para el etiquetado de los transgénicos en California y Washington, así como otras iniciativas en otros estados, se ha conseguido el envío coordinado de más 10 millones de correos electrónicos a la vez. Durante los últimos 12 meses, Organic Consumers Association, Mercola.com, Food Democracy Now, Natural News, Alliance for Natural Health, Center for Food Safety, Just Label It, Environmental Working Group, Cornucopia, Friends of the Earth, CREDO, y MoveOn han sido capaces de enviar mensajes a favor del etiquetado y contra los transgénicos a millones de consumidores, la realización de miles de acciones locales de protesta, y la consecución de más de 20 millones de dólares a través de pequeñas donaciones. El movimiento en contra de los transgénicos no tiene los bolsillos tan grandes ni puede realizar campañas de publicidad y de relaciones públicas como las grandes Empresas de Biotecnología, pero están desarrollando nuestros propios medios de información en Internet, sobre todo a través de Facebook.
5.- La acción política local y estatal es más eficaz que las campañas dirigidas a la aprobación de nuevas leyes y los legisladores
El movimiento en contra de los transgénicos, como otros movimientos de transformación social, han aprendido por las malas que las empresas y la elite rica controlan no sólo los medios de comunicación, sino también el Gobierno, loo Tribunales y las Agencias de Regulación. Después del envío de peticiones durante décadas al Gobierno, éste hace caso omiso de ellas atendiendo a los contribuyentes ricos, desoyendo a ese 93% de la población que ve con buenos ojos el etiquetado obligatorio de los alimentos modificados genéticamente.
En consecuencia, el movimiento contra los transgénicos ha trasladado su punto de atención de Washington a otros lugares: presión sobre el mercado, campañas políticas a nivel local, sobre todo iniciativas legislativas. Las iniciativas legislativas ciudadanas son legales en 24 estados y aproximadamente en 1000 condados y municipios. Esta forma de democracia directa da a los votantes el poder de promulgar leyes de etiquetado, la aprobación de normas reguladoras para las empresas de Biotecnología y Agricultura Industrial, sin pasar a través de políticos y burócratas. Varios condados de los estados de Washington y California han ido más allá del simple etiquetado, expresándose a favor de la prohibición total de los transgénicos, gracias a la acción política local. En 2014, cuatro condados de Oregón votarán iniciativas legislativas sobre la prohibición de los cultivos transgénicos.
Gane o pierda en el estado de Washington la iniciativa a favor del etiquetado, el movimiento contra los transgénicos se ha convertido en un buen ejército de base, comprometido en la reclamación de sistemas alimentarios y agrícolas más respetuosos, dentro de una batalla más amplia para transformar la política y el Sistema Económico.
Ronnie Cummins es un activista veterano, organizador y autor. Es el director internacional de la Asociación de Consumidores Orgánicos y de su filial en México, Vía Orgánica. http://www.organicconsumers.org; http://www.viaorganica.org
Fuente: http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2013/11/01/cinco-consejos-en-la-lucha-contra-los-transgenicos/
Published on Thursday, October 31, 2013 by Common Dreams
Millions Against Monsanto: Five Lessons from the Battle Against GMOs
Twenty years after the controversial introduction of unlabeled and untested genetically engineered foods and crops, opposition to GMOs (Genetically Modified Organisms) and Monsanto has created one of the largest netroots-grassroots movements in the U.S.
There are arguably more important issues facing us today than the battle against Frankenfoods. The climate crisis and corporate control over the government and media come to mind. But the rapidly growing anti-GMO Movement illustrates the powerful synergy that can develop from the combined use of social media, marketplace pressure and political action. Recent developments in this sector indicate that out-of-control corporations, media, politicians and the proverbial “one percent” can be outsmarted and outmaneuvered. And quite possibly defeated.
In the wake of high-stakes multi-million dollar GMO labeling ballot initiatives in California in 2012, and Washington State in 2013, an army of organic food and natural health activists have put Corporate America and the political elite on the defensive. We’ve demonstrated that aggressive populist issue-framing; unconventional “inside-outside” coalition-building; marketplace pressure; and online list-building, mobilization and fundraising - strategically channeled into local and state-based political action - can begin to even up the odds between David and Goliath.
Here are five strategic lessons from the ongoing battle against GMOs in the U.S, lessons that may be applicable to a broad range of political issues.
1. Aggressive populist issue-framing works.
The desire to know what’s in our food, coupled with a growing concern for food safety and a distrust of large chemical companies, the mass media, Congress and federal regulatory agencies, is a hot-button issue that unites the majority of Americans - Democrats, Republicans, Greens, Libertarians and Independents alike.
Forty percent of consumers believe that unlabeled genetically engineered foods and crops are unsafe. Another 40 percent are unsure. These numbers terrify large supermarket chains, biotech companies and food corporations. So does the notion that states such as Washington, Connecticut, Maine and Vermont will soon require mandatory labeling of GMOs - which will likely drive these controversial foods and crops off the market, just as labeling laws have already done in Europe.
Anti-GMO campaigners have gained the support of millions of consumers and voters by framing] food safety as a populist issue. And by relentlessly and aggressively challenging the opposition – big-name companies that include Monsanto, Coca-Cola, Pepsi, Nestlé, General Mills and others.
2. Unconventional “inside-outside” coalition-building builds critical mass.
After 20 years of grassroots public education and advocacy, the organic and natural health movements, led by a hybrid coalition of non-profit public interest groups, such as the Organic Consumers Association and Food Democracy Now, and green businesses, including Mercola.com, Dr. Bronner’s, and Nature’s Path, are approaching something like critical mass.
Over 100 million U.S. consumers are now regularly shopping for organic and natural foods, nutritional supplements and other products, giving rise to a rapidly growing $80 billion-a-year market for organic and natural products. One of the most important accomplishments of the right-to-know, anti-GMO movement has been to unite the advocacy and fundraising efforts of non-profit groups and health and green-minded for-profit businesses. After 20 years of often operating on shoestring budgets, activist groups (the “outsiders”) are now increasingly joining hands with a number of profitable organic/green/Fair Trade businesses (the “insiders”). This inside-outside strategy has managed to raise a not insignificant war chest of almost $20 million to support the state GMO labeling ballot initiatives in California and Washington in 2012 and 2013, while simultaneously pressuring major brands, such as Whole Foods Market, Trader Joe’s and Chipotle, to embrace GMO labeling.
At the same time activist groups with a more radical message (“outsiders”) are learning that you must, for maximum impact, work with more moderate groups (the “insiders”), and vice-versa. This ecumenical “inside-outside” strategy has allowed the more radical organic and natural health groups and scientists to highlight the alarming human health and environmental hazards of GMOs, and carry out boycotts, street demonstrations and direct action, while the less radical campaign groups and coalitions meanwhile appeal to a more moderate demographic with the mainstream message that consumers have the right to know what’s in their food.
3. Marketplace pressure and political action must go hand-in-hand.
Anti-GMO campaigners have now learned that marketplace pressure and political action go hand-in-hand. It’s not enough to just vote with your pocketbook for organic and non-GMO foods and products, to reward good companies and brands and punish the bad ones. We must get political, and vote for a healthy, climate-friendly food and farming system in the voting booth as well. If we want to drive GMO foods off the market, we must not only walk our talk in the marketplace and in our everyday lives, but also “get political” and mobilize our base to get involved in legislative battles and political campaigns.
One important consequence of marketplace pressure and boycotts is their potential to gradually divide our opponents. In the case of the anti-GMO movement, we’ve begun to drive a wedge between the biotech/industrial agriculture corporations, and their erstwhile allies, food manufacturers and supermarket chains. In the wake of the California GMO labeling ballot initiative (Proposition 37), the Organic Consumers Association and our allies launched a nationwide boycott of Traitor Brands, the organic and natural brands whose parent corporations spent $20 million, along with the biotech industry’s $30 million, to defeat Prop 37. We sabotaged several dozen corporate Facebook pages, tarnishing brand names such as Kashi, Cascadian Farm, Honest Tea, Naked Juice, Silk, Horizon, and Ben and Jerry’s, to depress sales. This caused several large multinationals, including Unilever, parent company of Ben and Jerry’s, and Mars, parent company of Seeds of Change, to back off from anti-labeling activities. Other retail and food giants, including Wal-Mart, fearing an escalation in consumer activism, have begun lobbying the FDA to implement federal GMO food labels.
4. Sophisticated online list-building, mobilization and fundraising are key.
Anti-GMO campaigners are rapidly becoming more sophisticated in terms of building broad coalitions, using online petitions to build large email lists, pooling national email lists, segmenting national lists in order to target state and local constituencies, using Facebook, Twitter and other social media for network-building and mobilization, setting up c4 lobbying organizations to complement c3 non-profit groups, and raising funds online.
In the recent GMO ballot initiative campaigns in California and Washington, as well as state legislative campaigns for labeling in several dozen other states, right-to-know supporters have been able to send coordinated or complementary email messages to over 10 million people at once. Over the past 12 months groups like the Organic Consumers Association, Mercola.com, Food Democracy Now, Natural News, Alliance for Natural Health, Center for Food Safety, Just Label It, Environmental Working Group, Cornucopia, Friends of the Earth, CREDO, and MoveOn have been able to send out anti-GMO or pro-labeling messages to literally millions of consumers and voters on a regular basis, generating thousands of grassroots volunteers, organizing thousands of local events and protests, and raising over $20 million, mainly in small donations. The anti-GMO movement may not have the deep pockets or the advertising and PR clout of the biotech and Big Food lobby when it comes to the corporate media, but we are rapidly developing our own mass media on the Internet and Facebook.
5. Local and state political action is more effective than campaigns that target federal laws and lawmakers.
The anti-GMO movement, like other social change movements, has learned the hard way that corporations and the wealthy elite control not only the mass media, but the federal government, Supreme Court, and regulatory agencies such as the FDA, USDA, and EPA. After decades of sending petitions and lobbying the White House, Congress and the FDA, to no avail, it has become clear that the political elite, including President Obama, care more about their wealthy campaign contributors than they do about their constituents, including the 93 percent who, according to a recent New York Times poll, support mandatory labeling of genetically engineered foods.
As a consequence the anti-GMO movement has moved its focus away from the unfavorable terrain of Washington D.C., and instead turned its attention to marketplace pressure, and state, county and local political campaigns, especially ballot initiatives. Citizen ballot initiatives are legal in 24 states and approximately 1,000 counties and municipalities. This form of direct democracy gives voters the power to enact labeling laws, bans or regulatory and zoning restrictions on biotech corporations and Big Ag, bypassing indentured politicians and federal bureaucrats. A number of California and Washington State counties over the last decade have moved beyond just labeling to outright bans on GMO crops, thanks to citizen-driven local political action. In 2014, four Oregon counties will have ballot initiatives calling for bans on GMO crops.
Win or lose in Washington State on November 5, the anti-GMO Movement has evolved into a savvy army of grassroots activists who are committed to the ongoing battle to reclaim our food and farming systems, part of a larger battle to transform the entire political and economic system.
Ronnie
Cummins is a veteran activist, author, and organizer. He is the
International Director of the Organic Consumers Association and its
Mexico affiliate, Via Organica. http://www.organicconsumers.org; http://www.viaorganica.org
Fuente: http://www.commondreams.org/view/2013/10/31
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