lunes, 7 de abril de 2014

Profesora Vicki Vance: el ARN de interferencia presente en algunos transgénicos podría tener efectos no deseados sobre la salud (I)


GMWatch, 5 de abril de 2014
                                                                  Imagen: Nature Vídeo
En este artículo se muestra cómo Monsanto está intentando controlar y silenciar las investigaciones y el debate sobre los riesgos de los transgénicos, aquellos que incorporan la tecnología del ARN de interferencia (ARNi).
Las moléculas de microARN presenten en dichos transgénicos están diseñadas para silenciar ciertos genes o afectar a la expresión génica.
En el artículo se describe cómo los grupos de presión de la Industria Agroquímica y a favor de los transgénicos, caso de ILSI, están tratando de evitar la aprobación de un artículo científico sobre la evaluación de riesgos del ARNi.
ILSI está especializada en el diseño de metodologías de evaluación de riesgos relacionados con la Industria de los Transgénicos, los aditivos alimentarios y los pesticidas, para la aprobación de normas reguladoras en todo el mundo. A menudo esto se realiza a través de conferencias y trabajos científicos en los que los investigadores de la Industria colaboran con el organismo regulador y los científicos del sector público, para promover las herramientas de regulación que sean precisas.
De hecho, ILSI, ha diseñado la base para la evaluación de los riesgos de los transgénicos en Europa. Mientras que la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha tratado de excluir de su plantilla a todos aquellos expertos que han tenido vínculos con ILSI, lo cierto es que todavía persiste en aquélla sus reglas de evaluación de riesgos de los transgénicos.
Nos damos cuenta de la frustración de los destacados científicos que aparecen a continuación, que se muestran desconcertados ante la actitud de Monsanto sobre la evaluación de los riesgos de los transgénicos, sin embargo pone poco empeño en asegurarnos que sus transgénicos son seguros.
Estoy sorprendida del tiempo y la energía empleada por Monsanto para tratar de aplastar mi investigación, porque pone un punto de contraste. Soy una profesora que dirige un pequeño laboratorio de investigación en Carolina del Sur”. – Vicki Vance, profesora de la Universidad de Carolina del Sur.
“¿Por qué no tienen en consideración que puede haber un peligro para la gente en sus plantas transgénicas? Incluso si sólo hubiera una pequeña posibilidad de que sean peligrosas “ – Vance hace una pausa, ya que se encuentra frustrada tras numerosas conversaciones con Monsanto- “No entiendo su modo de pensar”, suspira.
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Enmudecida por Monsanto
Por Caitlin Rockett, 3 de abril de 2014
Boulder Weekly
 Después de casi 30 años estudiando cómo las plantas utilizan sus genes para defenderse de los virus, Vicki Vance, profesora en la Universidad de Carolina del Sur, no ve en la modificación genética de las plantas un esfuerzo malévolo o una actitud arrogante de creerse dioses.
El ADN pasa de unos organismos a otros; es algo de lo más natural. Si ese fuese el problema con las plantas transgénicas, no sería una buena razón para estar en contra de ellas”, dice Vance.
Sin embargo, tiene problemas con las grandes Corporaciones, que utilizan su dinero y su poder para ocultar los riesgos de las nuevas tecnologías empleadas en la modificación genética.
No soy una persona que esté en contra de los transgénicos, ni tengo sentimientos en contra de Monsanto, pero…”, dice ella, a medida que su voz se va apagando.
Eso fue antes de que se hiciese una investigación en China, antes de que recibiera algunos toques de atención por parte de Monsanto, antes de que ella se diera cuenta de que no podía obtener financiación para su trabajo de investigación, que creía podría cambiar la forma en que tratamos el cáncer y otras enfermedades. Su investigación supuso un encontronazo con las Corporaciones más poderosas del mundo.
Vance no es una desconocida en el mundo de la investigación del ARN. En una conferencia celebrada en junio de 2011, organizada por el Instituto Internacional de Ciencias de la Vida (ILSI), se reunieron un grupo de académicos, de profesionales de la Agencias de Protección Ambiental, del Departamento del Programa de Análisis de Riesgos Ambientales en la Agricultura, y miembros de la Industria Biotecnológica, en Washington DC. Vinieron para evaluar los riesgos ambientales de una nueva técnica, muy prometedora, para proteger los cultivos de los insectos, una tecnología que establece un proceso de regulación de genes mediante el ARN de interferencia.
Vance no era una simple asistente al evento, iba a dar la conferencia inaugural. Había estudiado las pequeñas moléculas de ácido ribonucleico de interferencia, siRNA, durante la mayor parte de su vida profesional. Su nombre aparece a menudo en trabajos académicos y actas de congresos sobre el tema del silenciamiento génico, que es la función principal de la llamada tecnología ARNi.
En ese momento, las opiniones de Vance, y del resto de asistentes, era más bien positivo: “No veíamos riesgos plausibles en la utilización de los mecanismos del ARNi, en comparación con otras plantas modificadas genéticamente con rasgos similares”.
En ese momento, estaba, qué demonios, segura ¿Cómo iban a ser peligrosas?”, dice Vance. “El gusano de la raíz del maíz ingerirá estos siARN, dejando de producir las proteínas esenciales que promueven las plagas. Al parece funcionaba muy bien. De lo contrario habría que utilizar plaguicidas, sustancias químicas que son tóxicas”.
Pero su postura sobre el ARNi utilizado como pesticida cambiaría poco después de esta Conferencia.
Controvertida investigación
El ARNi tiene aplicaciones tanto en el mundo de la medicina como en la agricultura. Pero estos dos mundos no tienen el mismo tratamiento en lo que se refiere al ARN. Mientras que la comunidad médica está tratando de perfeccionar los procesos para que el cuerpo humano acepte cadenas de ARN modificadas, las empresas agrícolas trabajan en el campos de los transgénicos, y están tratando de demostrar que sus cadenas de ARN no pueden ser asimiladas por el cuerpo humano.
Por ejemplo, algunos microARN interfieren en la división celular y el bloqueo del cáncer. Estos ARN supresores de tumores no están presenten en los pacientes con cáncer. Si pudieran ser sustituidos, mediante un tratamiento experimental que se conoce como terapia de reemplazo de los microARN, entonces los médicos podrían, en teoría, evitar la proliferación de las células cancerosas. Sin embargo, en la agricultura, el ARN está diseñado como un pesticida para matar los insectos que atacan los cultivos, como los esfuerzos de Monsanto para acabar con el gusano del maíz, una plaga muy destructiva que reduce la producción de maíz, siendo muy importante que el ARN presente en el maíz consumido por los humanos no se infiltre posteriormente en nuestras células, provocando no se sabe qué consecuencias indeseadas.
En resumen, el mundo de la Medicina necesita que el ARN modificado genéticamente sea asimilado por nuestro organismo, y en el mundo de la Agricultura, justo lo contrario.
En septiembre de 2011, tres meses después de que Vance hiciese la presentación de los ARNi en la Conferencia de ILSI, un equipo dirigido por Chen-Yu Zhang, de la Universidad de Nanjing en China, publicó un artículo en la revista Cell Research. Alegaba en su estudio que en su trabajo con mamíferos ( ratones, en su caso) observó que asimilaban pequeños ARN al consumir plantas. Estos ARN regulan la expresión de los genes en los mamíferos [...]
Este equipo informó del hallazgo de pequeñas moléculas de ARN en la sangre y en los tejidos de los ratones y en los seres humanos. Encontraron que una molécula en particular del ARN presente en el arroz podía inhibir una proteína que se encarga de eliminar las lipoproteínas de baja densidad, el denominado colesterol malo de la sangre. Si realmente se ha constatado la presencia en los seres humanos, esto indicaría que el consumo de alimentos que contengan ARN modificado genéticamente, podría tener un vínculo con enfermedades cardíacas y otros problemas de salud relacionados con el colesterol.
Eso nunca de había dicho antes. Nadie había pensado en eso. ¿Eso quiere decir que si comes una planta que tenga ese ARN se va a producir una regulación en la expresión de los genes? Creo que esto debe de tenerse en cuenta… Pero se ha producido una gran resistencia. Cuando aparece algo que es inesperado, se produce una gran resistencia”.
Ya la resistencia era evidente incluso antes de que se publicase el estudio del equipo chino. El artículo que pensaba publicar este equipo fue rechazado por revistas como Science, Cell and Molecular Cell. Zhang dijo a The Scientist Magazine que se pudo deber a que su descubrimiento era demasiado extraordinario.
La mayoría de las personas, aquellas que especulan acerca de nuestro trabajo, no se lo creyeron, porque la idea dominante en ese momento quedaba desbaratada con los resultados obtenidos”, dijo Zhang a Boulder Weekly, en una reciente entrevista de Nanjing. “No piensan aceptar estos resultados hasta que se tengan nuevos datos o que otros equipos reproduzcan y obtengan resultados parejos. Y, por supuesto, hay otras personas que por razones que no quiero decir…ni siquiera lo tienen en consideración. Van en contra de nuestro descubrimiento, sin importarles lo que esto representa”.
Este trabajo ha creado tanta polémica que otra importante revista, Nature Biotechnology, hizo movimientos muy poco usuales. Publicaron una carta de otro equipo que había obtenido conclusiones negativas. En otras palabras, se trataba de un estudio que no presentaba nuevas conclusiones, sólo un intento que acabó en fracaso al intentar reproducir los resultados de Zhang.
El nuevo informe, resultado de la colaboración entre miRagen Therapeutics y Monsanto, señalaba los hallazgos controvertidos del estudio de Zhang. El estudio provocó un intenso debate, ya que había detectado la presencia de microARN en el plasma sanguíneo de los seres humanos, e indicaba que uno en particular, el miARN 168 A, se encontraba en el arroz, al ser ingerido alcanzaba la circulación sanguínea de los ratones, produciendo una modulación de los genes objetivos del miARN”.
El artículo continúa diciendo que en el estudio de miRagen/Monsanto se utilizaron tres grupos diferentes de ratones para el control y comparación, no encontrando la presencia de miARN 168 A en el plasma sanguíneo ni el tejido hepático de los ratones alimentados con una dieta de arroz, y atribuía los cambios en los niveles de lipoproteínas de baja densidad en la sangre de los animales a las diferentes dietas que habían recibido los ratones de los diferentes grupos.
Uno de los problemas de comer sólo arroz, sin ningún otra fuente de proteínas, es que el metabolismo muestra la carencia de una dieta equilibrada, en lugar de achacar los cambios al microARN y la expresión de genes de otras especies”, dice William Marshall, Presidente y Director ejecutivo de miRagen Therapeutics. miRagen es una compañía de investigación del ARN utilizado en el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares, enfermedades metabólicas y la fibrosis.
Marshall dice también que cree que es importante que la revista Nature Biotechonology rompiese la tradición y publicase el estudio de miRagen/Monsanto.
Es una tendencia general que las publicaciones científicas no publiquen muy a menudo los estudios que contradicen otros. Las revistas de Ciencia quieren informar sobre las innovaciones y los éxitos. Pero la publicación en Nature Biotechnology se hace para intentar destacar estos resultados, porque si no se dice que existen dudas sobre la validez de un estudio, este estudio se puede acabar convirtiendo en una cosa dada por cierta. Así es como funciona la literatura científica. Y creo que es importante que nos replanteemos este viejo sistema, algo muy importante en la Ciencia de hoy en día”.
Sin embargo, Marshall dice sentirse decepcionado por no poder reproducir los resultados obtenidos por Zhang.
 Fuente: http://noticiasdeabajo.wordpress.com/2014/04/07/profesora-vicki-vance-el-arn-de-interferencia-presente-en-algunos-transgenicos-podria-tener-efectos-no-deseados-sobre-la-salud-i/

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